El Gobierno de Aragón no contempla prohibir, más allá de la legislación que hace referencia a los humedales, el uso de munición de plomo en la actividad cinegética. Pese a las continuas reivindicaciones de las organizaciones conservacionistas y de determinados partidos políticos -Podemos presentó recientemente una queja en las Cortes-, el Ejecutivo autonómico defiende que el impacto medioambiental de este elemento químico “no es significativo”, y que existen factores que “desaconsejan” la introducción de alternativas como el acero.
Al respecto, el director general de Gestión Forestal, Caza y Pesca, José Ramón López, indica que “en nuestra Comunidad no se han detectado un número de casos de plumbismo (intoxicación por plomo) que requieran la adopción de medidas extraordinarias”, y que “cualquier decisión que se adopte al respecto estará alineada con las directrices propuestas a escala nacional y comunitaria”.
A día de hoy, la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (European Chemical Agency) no incluye entre sus restricciones el uso de plomo en cartuchería. De hecho, Europa carece de un posicionamiento común al respecto. Países como Suecia, Noruega o Finlandia lo prohibieron en un primer momento y después dieron marcha atrás para autorizarlo; otros como Holanda o Dinamarca mantienen el veto en los humedales y también en el resto de ambientes forestales.
“Por razones de protección de las aves y de salud pública, entiendo que es necesaria la colaboración a escala nacional y de la Unión Europea en materia de plumbismo”, añade López, antes de entrar en detalles sobre las normativas vigentes: “La Ley de Patrimonio Cultural y Biodiversidad prohibe la caza con munición de plomo en aquellas zonas húmedas que están incluidas entre los espacios protegidos, en el convenio de Humedales de Importancia Internacional o en la Red Natura 2000. Aragón, además, creó en 2010 su propio Inventario de Humedales Singulares”.
Sin embargo, zonas húmedas aparte, López considera que no hace falta restringir el uso de plomo en las municiones. “El acero es menos letal y provoca sufrimiento innecesario en los animales que reciben el impacto. Además, la baja deformación de ese material tras los rebotes aumenta el peligro de los cazadores y de las personas que transitan por los montes”, sostiene, y lamenta la “inexistencia” de estudios rigurosos que definan los efectos negativos de las aleaciones que se utilizan para sustituir al plomo.
En 2014, en el marco de la Convención para la Conservación de las Especies Migratorias celebrada en Quito (Ecuador), se establecieron recomendaciones para prevenir los riesgos de envenenamiento de las aves. Entre las mismas figuraba la eliminación progresiva del uso de munición de plomo en todos los hábitats (humedales y terrestres), pero, en opinión de López, “no había propuestas fáciles de aplicar con total garantía”.
En ese sentido, el responsable de Gestión Forestal, Caza y Pesca asegura que “el plumbismo no es un problema acuciante para las aves”, y pone como ejemplo un estudio sobre el quebrantahuesos y el águila imperial ibérica realizado por el Organismo Autónomo de Parques Nacionales. “El papel que ocupan en lo alto de la cadena trófica y su alimentación, las convierte en especies propensas a concentrar plomo. Sin embargo, se mantienen por debajo de los valores de riesgo tóxico para las aves”, valora, y concluye afirmando que “en Aragón se ha detectado elevada presencia de plomo en un 6% de los buitres”. Cifra que, en todo caso, no se relaciona con casos clínicos de plumbismo.
Protestas ecologistas
Según Ecologistas en Acción, “casi 100.000 aves se intoxican cada año por culpa de la caza con munición de plomo”. Las especies acuáticas son las más afectadas, puesto que ingieren perdigones involuntariamente, bien al confundirlas con semillas o al seleccionar las piedras necesarias para la molienda de alimentos en la molleja.
Sin embargo, en el último comunicado emitido al respecto, la organización denunciaba que cada vez es más evidente que otras aves -especialmente las rapaces carroñeras- también mueren por intoxicación. El escrito advertía que “ingieren el plomo al alimentarse de especies cinegéticas muertas o malheridas por disparos que llevan perdigones”.
Además, se destacaba la contaminación de la carne de caza como otro elemento de gran preocupación. “La presencia de pequeños fragmentos de munición de plomo hace que, en muchos casos, no lleguen a ser retirados antes de ser cocinados. Aunque el plomo presente en la munición está en forma metálica, que es poco absorbible, durante la cocción y la digestión es parcialmente transformada en sales más biodisponibles y, por lo tanto, peligrosas”, recogía el texto, y terminaba solicitando que las administraciones autonómicas, que son las competentes en materia de caza, “prohiban la utilización de plomo y pongan en marcha estudios para poder reducir los efectos de las miles de toneladas de esta munición que se vierten en el medio natural”.