Cansados de esperar por soluciones que nunca llegan, propietarios de terrenos en el parque natural de Corrubedo y residentes en el perímetro del espacio protegido han decidido alzar su voz para denunciar «a invasión» de jabalíes que, aseguran, ha traspasado las fronteras del área protegida para, incluso, merodear junto a sus casas. Afirman que dejaron de plantar en las fincas del complejo dunar porque «era tirar cos cartos» y ahora ven amenazados los cultivos en parcelas del área de protección del parque. De hecho, varios afectados explican que, en las últimas semanas, han tenido que resembrar el maíz hasta en tres ocasiones. La Consellería de Medio Ambiente está al tanto del creciente malestar y baraja como alternativa poner jaulas para atrapar a los cerdos salvajes, dado que en el parque no es posible la caza por la afección que puede tener en otros animales.
El presidente de la junta consultiva del parque natural, José Luis Torres Colomer, indicó que la Xunta analiza la posibilidad de colocar jaulas. Sin embargo, subraya que todavía no hay ninguna decisión tomada porque es una alternativa que aunque ha dado buenos resultados en algunos lugares no ha funcionado en otros.
Sí precisa que está descartado soltar perros en el parque, propuesta que, al parecer, se planteó en un encuentro mantenido entre la asociación de propietarios y representantes de la Administración autonómica para abordar, entre otras cuestiones, el problema de la proliferación de cerdos salvajes. El presidente de la junta consultiva afirma que se van a adoptar medidas.
Costes de siembra y cierres
Mientras el tiempo pasa y los jabalíes continúan campando a sus anchas, los afectados manifiestan sentirse impotentes e indefensos. No solo ven como el fruto de su trabajo acaba destrozado por estos animales, sino que también protestan porque pierden el dinero invertido sin recibir compensaciones económicas.
Explican que un saco de maíz para sembrar cuesta entre 10 y 12 euros por ferrado, cuantía a la que hay que sumar el dinero del herbicida y el del mineral para echarle a la tierra. Además, para proteger sus fincas deben comprar malla «non deixan pechar con rede» y cada cien metros, explican, supone un desembolso de 80 euros «e dura dous anos como moito». A la lista de gastos añaden que deben pagar la contribución por las fincas que tienen en el parque «pese a que nos limitan practicamente calquera actuación nelas».
La propietaria Carmen Mayán, que ya tuvo que resembrar una finca de cuatro ferrados, apunta: «O problema é cando o millo ten a espiga, que xa non hai peche que aguante. O que hai que facer é eliminalos. Nunca se acorda isto». Comenta que hace un par de noches, el perro que tienen en casa comenzó a ladrar: «Había media ducia de porcos, dous grandes e catro crías. Debían querer entrar na horta. Se deixamos a porta aberta, calquera día métensenos na vivenda».
No es la única que habla de que los animales circundan cada vez con mayor frecuencia las viviendas y que no tienen miedo. La mayoría relata estampas similares: «Pasan por diante das casas e xa non lles asustan nin os coches», manifiesta Andrés Ageitos. Este propietario se muestra bastante desesperanzado: «Non imos lograr nada. Penso que isto se lle escapou das mans á Xunta».
Mayor depredador
Sus palabras son secundadas por otro vecino, Francisco González, que también es cazador: «O xabaril é o único depredador e está acabando coa fauna do parque natural porque fixo deste espazo o seu refuxio».
Entre quienes se suman a las quejas hay un joven de 18 años, Andrés Paz, que asegura que su objetivo es dedicarse a la agricultura «porque é o que vivín dende que era pequeno». Subraya que toda la familia ha trabajado en el campo, desde su bisabuelo: «Estes bens son nosos. As fincas do parque témolas a pasto para o gando porque é o único que se pode facer e, aínda así, os porcos levantan o terreo cada dous por tres». Sobre la posibilidad de colocar jaulas, algo de lo que han oído hablar, creen que no tendrá resultado: «Isto non se arranxa con gaiolas, hai que adoptar outro tipo de medidas».
La sociedad de caza ribeirense solicitó realizar esperas, pero dentro del parque no se autorizan y están a la expectativa de que se otorguen en áreas limítrofes.