Cada día se producen en las carreteras gallegas una media de 3,5 accidentes de tráfico provocados por el atropello a un animal salvaje, fundamentalmente jabalíes, el 60 %, y corzos, el 30 %. Pero, contrariamente a lo que se pueda suponer, la mayoría de los accidentes no ocurren en las vías estrechas y con poca visibilidad de media montaña, donde abunda la fauna silvestre, sino en las calzadas anchas, con buena visibilidad y en las que existe una menor densidad de especies en libertad. Es la conclusión a la que ha llegado el grupo de investigación AF4 de la Escuela de Ingeniería Forestal de la Universidade de Vigo, en el campus de Pontevedra, que se ha publicado en la revista científica Wildlife Research.
Los investigadores analizaron los datos de las cerca de 15.000 carreteras gallegas que componen la red viaria regional entre los años 2006 y 2010, en los que se registraron 9.386 accidentes con animales, de los que 6.255 fueron provocados por ungulados. Además de la información suministrada por la antigua Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras también recogieron los derivados de los daños a la agricultura y los aportados por los cazadores en las batidas. Con esta completa radiografía realizaron el diagnóstico de la situación, en la que acabaron desmontando un mito. «Se da por supuesta la hipótesis de que la mayor parte de los atropellos a animales salvajes ocurren en las carreteras de montaña y media montaña, lo que se ha demostrado que es falso», explica Enrique Valero, el coordinador del estudio. Pero ¿por qué? «Nun tramo con menor visibilidade o condutor reduce a velocidade, aínda que a estrada teña uns límites elevados e, ademais, vai máis en alerta, polo que se nese treito se lle cruza un animal a súa capacidade de reacción é maior», responde Juan Picos, otro de los autores de la investigación, en la que también ha participado Xana Álvarez.
En esta apreciación coincide Enrique Valero, quien apela a un cambio de comportamiento de los conductores, que en las vías con buen firme, anchas y de buena visibilidad el automovilista se relaja e incluso excede los límites de velocidad. Y más en una comunidad como Galicia, en la que los siniestros en los que están involucrados animales salvajes son más una rutina que una excepción. Es la autonomía, después de Castilla-León, con mayor número de siniestros de este tipo y la primera si se tiene en cuenta la superficie. La mayor parte de los puntos negros se registran en Lugo, sobre todo en la calzada que cruza la provincia de norte a sur, y Ourense, pero también hay zonas conflictivas en la comarca pontevedresa de Deza y en la vertiente atlántica de A Coruña.
Fragmentación del territorio
Es cierto que tanto la población de corzo como la de jabalí ha experimentado una fuerte explosión en las últimas décadas por el abandono del campo -aunque en el caso del cerdo salvaje empieza a declinar-, pero los investigadores tienen claro que los culpables de los accidentes no son los animales. El problema tampoco es exclusivo de una supuesta imprudencia por parte de los conductores, sino que buena parte de la responsabilidad es achacable a la deficitaria planificación de las infraestructuras, que han invadido las zonas de paso de la fauna salvaje, fragmentando sus hábitats, pero sin crear puntos de acceso que permitan seguir manteniendo conectados sus territorios. «La culpa -indice Valero- no es de los jabalíes, que si ven interrumpidos sus pasos naturales los cruzan igual, sino de la falta de planificación. Es necesario realizar estudios para identificar donde es necesario habilitarles zonas de paso».