Cada coto de la comarca explica a su manera algo tan insólito como que una jabalina viva con sus crías en pleno casco urbano de Monforte. Pero todos los tecores consultados -que es como se denominan ahora las sociedades cinegéticas- niegan tajantemente que sea el exceso de batidas lo que empuja a la caza a buscar refugio en las zonas pobladas. Tras la finalización de la temporada, en el mes de enero, los daños de los jabalíes se suceden en las praderías. Pero hasta mayo, cuando finaliza la época de cría, las cacerías por daños se autorizan excepcionalmente. Más adelante, algún coto evita pedirlas para no encontrarse con que el número de piezas disminuye en la apertura de la veda.
La presencia de una jabalina con sus crías en un solar próximo a las viviendas en la calla Pardo Bazán ha dado mucho que hablar. Los expertos niegan que tenga que ver con la expansión del lobo, como sugieren muchos cazadores. Puestos buscar explicaciones, los biólogos creen que el exceso de presión cinegética obliga a los animales a buscar refugios lejos de sus hábitats más habituales. Las datos oficiales, sin embargo, dan pie a todo tipo de interpretaciones. Es cierto que en Galicia se autorizaron el pasado año más de 24.000 batidas por daños. Pero también que ha sido identificada una población de 700 lobos, el 30% de los censados en toda España.
«Meus pais son agricultores e sempre me están dicindo que non matamos un triste xabaril», dice Christian López, presidente de uno de los tecores de Pantón. Desde hace mes y medio, aguardan la autorización de la consellería para realizar una batida por daños. «Isto non é Castela, aquí a caza ten carácter social. Os cazadores non son señoritos. Na súa inmensa maioría son os agricultores e os gandeiros que sofren os danos do xabaril», señala.
Miedo al lobo
No es el único presidente de un coto molesto con la mala imagen del cazador. Manuel Casares, responsable de la sociedad cinegética Val de Lemos, dice estar indignado por la lectura que hacen los biólogos de la presencia de jabalíes. «Nós non estamos pola desaparición do lobo, pero tampouco nos poden facer parvos. No monte sobran zonas de refuxio onde criar. Se unha femia de xabaril vén a unha zona urbana é por medo ao lobo», sostiene Casares.
«Nos últimos anos hai moitos ataques ao gando que se atribúen ao lobo. Se é así, está claro que tamén pode desprazar a caza a sitios onde antes era difícil vela», dice José Manuel Luaces presidente del tecor de Bóveda. Su homólogo en O Saviñao, Elpidio Fernández, tiene claro que hay más lobos que hace unos años, pero no tanto que eso empuje a los jabalíes a las zonas urbanas. Tampoco cree que se deba a las batidas. «Os animais sempre buscaron refuxio para criar cerca de zonas poboadas. Van onde se senten seguros», afirma.
Christian López: «Os cazadores non damos controlado as poboacións de xabaril»
Si no existe acuerdo sobre las causas que empujan a los jabalíes a las zonas urbanas, menos lo hay todavía sobre la presencia de estos animales en los montes del sur lucense. La Xunta calcula que la población de jabalíes se ha triplicado en los últimos diez años, crecimiento que tiene mucho que ver con el paulatino abandono de la actividad agrícola. La temporada 2012-2013 marcó un récord, con 15.000 ejemplares abatidos en la comunidad. En la última campaña, sin embargo, no llegaron a 13.000 los jabalíes cazados.
«Algún menos hai. Baixaron algo, pero é por zonas», opina José Manuel Luaces, en referencia al coto de Bóveda. El presidente del tecor de Monforte es más categórico. «Baixou o xabaril e tamén o corzo», dice Manuel Casares, que ve en el lobo una de las causas de esta merma. Los daños de la caza mayor, por el contrario, se mantienen o aumentan en la práctica totalidad de los municipios del sur de la provincia. «Os cazadores non somos capaces de controlar as poboacións», admite Christian López, en vista de las quejas que recibe de los agricultores de Pantón.
Los cotos deben reservar necesariamente el 10% de su superficie para zonas en las que está vedada la caza a lo largo de todo el año. Los terrenos limítrofes con esos vedados sufren en muchas ocasiones de forma especial las incursiones de los jabalíes. Pero las batidas solo se conceden excepcionalmente en estas zonas de refugio. «Era unha medida coa que se buscaba protexer a caza menor, pero está a servir para darlle refuxio ao xabaril», opina Christian López.