Una parte del casco urbano de Bueu y muchas de sus aldeas están incluidas dentro del terreno cinegético ordenado (tecor), término con el que la Xunta denomina desde hace unos años a lo que se conoció toda la vida como coto de caza. Es una inusual situación que salió a relucir en la asamblea de hace ocho días en Pontevedra, en el foro donde se sentaron a la misma mesa cazadores, comuneros, Administración y ciclistas. En esa reunión, uno de los intervinientes del público dejó caer su sorpresa por que el centro urbano buenense figurase dentro del coto de caza. Nadie lo desmintió. Y no lo hicieron porque, según explicó un portavoz de los cazadores buenenses, una parte -no todo- del casco urbano sí figura dentro del tecor de este municipio.
Este es un hecho que sorprende, pero que no es tan raro como podría parecer en principio. Que nadie se preocupe. Bueu puede estar dentro de un tecor, pero eso no significa que los marineros compartirán los muelles cuando descarguen el pulpo con un grupo de cazadores buscando perdices o jabalíes. Se trata de una necesidad sobre el papel, que no tiene efectos prácticos para los aficionados a la caza más allá de lo anecdótico. La razón se encuentra en una justificación administrativa. Ya saben, la burocracia que en este país hace que, en ocasiones, se diseñen cosas extrañas.
Un portavoz de los cazadores pontevedreses señaló que existe un mínimo de hectáreas para que se pueda declarar un coto de caza. Esta extensión mínima es de dos mil hectáreas y con el modelo de asentamiento disperso existente en Galicia y sobre todo en lugares como O Morrazo, donde la densidad de población es como en los Países Bajos, no hay otra forma de juntar toda la superficie exigida.
La solución a este entuerto es incluir aldeas, cauces fluviales y partes de localidades en las dimensiones de un tecor, aunque esto no implique que los cazadores se pongan a pegar tiros a las codornices o a los conejos delante del Ayuntamiento. Es una convención administrativa necesaria para poder cumplir la Ley y a la vez practicar la caza en aquellas comarcas, como O Morrazo, donde es más que difícil unir hectáreas sin que se encuentren por el medio una o más viviendas.
«Algunos tecores meten todo su concello para tener las hectáreas que piden, meten todo el terreno, pero en esos casos, al ser zonas habitadas, urbanas o edificaciones del rural, existen zonas de seguridad donde no se puede cazar», precisó un representante de los cazadores pontevedreses.
En algunos lugares de la provincia, aunque el tecor no se extienda por núcleos habitados o localidades, sí que se contemplan los ríos, aunque, una vez más, los cazadores no pueden ponerse a disparar junto a un cauce fluvial. Existe una normativa de impone un cinturón de seguridad para viandantes y pescadores.
En el caso concreto de Bueu, desde su asociación de cazadores se justifica la situación en que el plan del tecor es «antiguo» y que incorpora zonas donde ahora se ha edificado. No obstante, los buenenses no recuerdan ningún conflicto entre vecinos y cazadores, por lo que no se plantean su modificación.
Así que ya saben, casi todo Bueu es un coto de caza, pero, como en el caso homólogo de los de pesca sin muerte, en zonas habitadas, a los cazadores solo les está permitido ir con las escopetas al hombro y los perros atados. Las viviendas y su entorno seguirán siendo santuarios intocables para los animales. Para librarse de los jabalíes en agosto en los maizales al lado de casa, habrá que seguir poniendo la radio de noche, o echar pelo humano por el suelo.