Solitaria por ser la única mujer de la zona, ojo, no por ir sola. Porque va con su padre, veterano de la práctica cinegética, un deporte (cuestionado por muchos como tal) que como ella aprendió en familia, y también con otros grupos, repartiéndose el terreno como se hace habitualmente. María Pedreira Castro, larachesa de Estramil-A Laracha, estudiante de ciclo superior de eficiencia energética que compagina los libros con el trabajo en un bar de Paiosaco, salió el domingo a su segunda jornada de la temporada de caza menor. La primera fue muy exigua en tiempo, precisamente porque tenía que irse a trabajar (la atención en la feria de Paiosaco era la que mandaba). Esta segunda fue algo mejor, pero también en tiempo, porque en resultados, la cosa fue igual: un conejo el primer domingo y uno el segundo. En la imagen aparece con más, porque se juntaron los del grupo. Así que, de momento, normalidad en el monte, sin excesos. Estuvieron cazando en Arteixo, cerca de A Laracha, junto al aerogenerador del parque eólico singular que los conductores que pasan por la autopista ven habitualmente. Tal vez en próximas jornadas cambien a Santa Icía, según apuntaba ayer. Y de momento seguirá con la caza menor. Podría participar en la mayor, los sábados con el jabalí, como ya hizo otras veces, pero de momento las cosas se mantienen sin cambios. O con algunos: acaba de sustituir su escopeta. Tan nueva es que no recuerda el modelo, solo que era necesaria otra porque la otra ya acusaba el paso del tiempo. Tiempo que, por cierto, debe gestionar bien. Entre los estudios, el trabajo y la caza, que requiere entrenamiento semanal, casi hace encaje de bolillos.