«Unas veces cazas al oso... y otras el oso te caza a ti», reflexionaba El Nota, el legendario protagonista de El gran Lebowski. El proverbio puede aplicarse también al jabalí, por más que el instinto de este animal no sea esencialmente depredador. El fallecimiento el domingo en el municipio ourensano de Laza de un cazador —Manuel González Barrio, agente de la Policía Nacional destinado en la Unidad de Extranjería de Verín—, desangrado por las heridas que le infligió un jabalí al que trataba de matar, ha recordado una vez más a los aficionados a la caza la peligrosidad que entraña capturar a este cerdo salvaje, que cada año deja en su haber varios ataques a humanos.
Es el caso de Alberto Núñez, que el pasado año se vio en el mismo aprieto que el fallecido, aunque él corrió mejor suerte en el desenlace. «Fue visto y no visto», rememora del enfrentamiento cara a cara que tuvo lugar mientras buscaba a los perros de caza durante una batida en los alrededores del concello de Baleira, en Lugo. «No podía subir en una pista y me embistió», describe. Núñez apenas pudo reaccionar. La bestia, sabiéndose acorralada, trazó su vía de escape a través de las piernas del atónito cazador. Pese a que se lo llevó por delante con violencia, el hombre saldó el duelo con apenas rasguños. «Solo el susto», asegura. Varios de los canes participantes en la partida no pudieron decir lo mismo, ya que tres de ellos cayeron heridos en una refriega que se prolongó durante toda la jornada. «Hacía mucho calor y llevábamos todo el día tras él», apunta Núñez. «Debía de estar cansado de correr».
Según su experiencia, señala que no son frecuentes los encuentros directos entre jabalí y cazador, y mucho menos que arremeta frontalmente contra su adversario, a pesar del carácter valeroso y agresivo del porcino. A no ser que esté herido. En la agonía escuando estos animales sacan a lucir toda su fiereza. Es la situación en la que estaba el ejemplar que acabó con la vida de González Barrio, quien, confiado en el amarrede los perros de presa, se aprestó a darle muerte con el cuchillo, una práctica habitual para rematar a la pieza y favorecer que se desangre con el fin de, posteriormente, aprovechar al máximo su carne. Sin embargo, el jabalí, estimulado por la desesperación, logró zafarse de los canes y abrirse paso destrozando las piernas del infortunado cazador.
Asestar el golpe de gracia a un jabalí herido es, en definitiva, uno de los momentos clave de su caza, en el cual conviene mantener los cinco sentidos alerta. El año pasado, la publicación de un vídeo grabado durante la temporada de caza de 2013 suscitó una fuerte polémica. En él se registraba el descuido de cuatro cazadores gallegos plantados a escasos centímetros de un jabalí que creían ya cobrado, a falta del tiro final. Pero el animal no había dicho su última palabra. De improviso, se observa cómo se yergue sobre sus cuartos traseros y emprende la carrera hacia uno de los cazadores, que se salva del atropello al lanzarse hacia un lado justo a la vez que otro compañero, en una imprudencia todavía más mortífera que el ataque del jabalí, dispara su rifle sobre el animal.
TRES MESES DE HOSPITAL. En ocasiones, las víctimas del ataque no son siquiera cazadores. Pedro Cervantes, vecino de Pol, en Lugo, podaba los pinos de su propiedad cuando se vio sorprendido por un jabalí que apareció de la nada, de entre la maleza.
Al igual que le ocurrió a Núñez durante la montería, el choque fue tan fortuito que Cervantes apenas pudo darse cuenta de lo que se le venía encima. Después de ser arrollado, el lucense recuperaría la serenidad. Y, al caer la adrenalina fruto de la tensión, pudo comprobar que el pantalón y la funda que lo recubría estaban rasgados, una lesión provocada por los colmillos de un jabalí puede comprometer puntos críticos como la arteria femoral. Con todo, Cervantes no guarda rencor, y reconoce su parte de culpa en el malentendido. «Estaría durmiendo y lo pisé», confiesa. «Pienso que lo molesté, si no, no suele haber problemas», aduce. De hecho, nunca ha vuelto a tener conflictos semejantes. «Ha bajado el número de jabalís en la zona», observa además. «No hay tantos como antes».
En el duelo cinegético entre los jabalís y los humanos, el balance es claro. Solo en la temporada 2012-2013 se estima que se mataron en Galicia más de 15.000 de estos animales. Por otro lado, según las aseguradoras, más de la mitad de los accidentes de caza se deben a fallos en el arma del propio cazador o a disparos fortuitos de sus compañeros.