No culpan a nadie ni señalan hacia ningún sitio, pero admiten que a medida que se acerca la temporada de caza las trampas escondidas en los montes comienzan a proliferar. Los aficionados al ciclismo son los principales destinatarios de las tablas con clavos y los hilos que unen troncos, pero advierten de que los accidentes no eligen a sus víctimas. «No sé si es casualidad o no, pero lo cierto es que aparecen más cosas», alerta Manuel Torres, de Masa Crítica. «Cualquier niño puede caer sobre una de las estacas, o cualquier adulto resbalar», apunta.
El otoño es una de las estaciones en las que se registra una mayor conflictividad en las zonas arboladas. En primer lugar, porque ha aumentado el número de aficionados a la recogida de setas y se han sumado otros que han recuperado el gusto por las castañas -«antes se dejaban estropear allí», recuerda Torres. «Hay un mayor gusto por la naturaleza, la gente sale para ver si ve algo, o solo para pasear, y el otoño es la mejor época para ir al monte», señala. De ahí que haya tanta gente, sobre todo, durante los fines de semana.
En segundo lugar, porque comienza la temporada de caza. Conciliador, el representante de los ciclistas achaca los roces que pueden surgir entre ellos a parte de la convivencia entre diferentes colectivos y prácticas. Pero admite que la mayor parte de los cazadores circula por las pistas forestales y por las zonas abiertas del monte sin llevar abierta su escopeta, tal como están obligados a hacer. Descargada y abierta. Eso explica que se produzcan accidentes incluso entre los propios cazadores en determinadas épocas del año, añade. No todos pecan de poca cautela, pero sí algunos. «Los propios cazadores les denominan escopeteiros», señala Manuel Torres.
Persecución penal
El mes de septiembre también trajo alguna buena noticia para los aficionados a la bicicleta. La Fiscalía General del Estado señala directamente en su memoria la colocación de trampas en los montes como uno de los problemas a perseguir, ya que conforman un grave riesgo para la circulación.
El colectivo pontevedrés ha celebrado esta decisión, que consideran necesaria. «Ya era hora de que se lo tomaran un poco en serio, y también lo es de que los políticos se implicaran un poco más», apunta Torres.
Coincide además con la fiscal en que se trata de «comportamientos que comienzan a extenderse» y en que se registran con especial incidencia en propiedades de «comunidades vecinales de utilización de montes y espacios de uso común o encargados o titulares de aprovechamientos de caza».