Tora es a la caza lo que Cristiano Ronaldo al fútbol. Una joya. La perra no enchufa goles como el astro portugués, no, lo suyo son los jabalíes. Y cuando salta al terreno de juego, no se le escapa ni uno. Tora es un sabueso de ocho años de edad por el que suspiran las cuadrillas de medio país. El pasado fin de semana, volvió a proclamarse como el mejor perro de España en rastreo de cerdos salvajes. Su propietario, el caldense Sergio Fernández, recibe a diario invitaciones de agrupaciones de toda Galicia para ir a la caza de los preciados porcos.
Tal es la fama de este sabueso, que acapara portadas de revistas de caza en las que se ensalzan sus estadísticas: «Encuentra al jabalí en el 90 % de sus intentos, cuando lo común es acertar en dos de cada diez rastreos», presume su dueño. Con la intención de examinar las habilidades de Tora, llegó a Caldas un experto cazador bilbaíno que después de una intensa jornada en los montes de la localidad se dirigió a Sergio para ofrecerle 9.000 euros por la perra. «No la vendimos, por supuesto», sentencia el cazador.
En el concurso organizado el pasado fin de semana por el Club de Caza Sabueso Español y Razas Afines en los montes de Tapia de Casariego, en Asturias, Tora volvió a demostrar ante jueces de toda España sus insólitas habilidades. Un corte del rastro conciso, un seguimiento concreto y una estupenda manifestación de voz, fueron las cualidades destacadas por el jurado, que brindó por segundo año consecutivo la calificación de excelente, «una hazaña al alcance de muy pocos», señala Manuel Martínez, presidente de la sociedad de caza de Portas.
Aunque muchos cazadores alaban el trabajo y entrenamiento del amo de Tora, Sergio Fernández otorga todo el éxito a la genética del sabueso. «Yo solo interpreto sus señales, ella es muy lista, es una cosa fuera de lo normal, perros como este sale uno de cada cien mil», relata impresionado. Una de las señales inequívocas de Tora para indicar el lugar donde descansa el cerdo salvaje es que «se pone de pie y salta sobre mí», cuenta Fernández.
El cazador caldense recuerda innumerables cacerías en las que Torasiempre es protagonista. Sin embargo, es incapaz de olvidar dos batidas en las que los jabalíes casi acaban con la vida de su querida compañera. «Una vez la solté en el monte, se acercó demasiado al jabalí y le rajó el cuello, estuvo a punto de morir. Otro día, vino el jabalí hacia nosotros a embestirnos, yo pude escapar pero a ella la enganchó, creí que me la mataba y no podía hacer nada», recuerda Sergio con un nudo en la garganta.