María Pedreira, de Estramil (A Laracha, aunque caza en Arteixo) reúne dos características poco
usuales en la zona (incluso en Galicia).
Una, el hecho de ser mujer: puede decirse
que es la única practicante regular, en un
mundo absolutamente masculino. Otra, la
juventud: tiene solo 20 años. Ni siquiera
se ven muchos varones de esa edad por
los montes. A ella le empezó de niña, a
los 14 empezó a moverse en el mundillo
y a las 16, la edad reglamentaria, comenzó
a todos los efectos.
La afición le viene
de ver a su padre, José María, a quien
acompaña desde siempre. Él lleva más de
medio siglo cazando. Pero también le tiran
los perros. Esa fue la espoleta: «Gustábabme
os cans, xa dende os 4 anos eu
andaba cun can pequeno. E fun pouco a
pouco», explica. «O que máis me gusta
agora é ver os cans, como traballan, como
van buscar os conexos», añade. Esa
es la pieza preferida: el conejo.
Estudiante,
a sus amigos no le sorprende, porque
la conocen así de siempre. Y los chicos
cazadores de su edad prefieren el jabalí.
Ayer, por cierto, por la mañana tuvo
una rozadura de un rebote de perdigón
en una pierna, pero nada serio, porque
por la tarde siguió de caza.