Ayer se abrió la media veda de la codorniz en seis tecores de Alto Limia, que se unían a los dos que ya tenían permiso de la Xunta para cazar desde una semana antes en la antigua Lagoa da Antela. Es la primera vez que la veda se abre en dos fases distintas, tal y como demandaban desde la Unión de Tecores de Galicia (Unitega), para hacerla, dicen «más acorde con las condiciones fenológicas de los cultivos». Las normas de la Xunta recogen que en cada tecor solo se permite la caza a un máximo de quince cazadores, que tienen un cupo máximo de diez codornices cada uno; cifra que muchos lograron sin necesidad de rematar la jornada, según Unitega, que considera que esto muestra la gran cantidad de aves que hay en la zona.
La normativa establece también que no se puede cazar en terrenos que no tengan la cosecha recogida, por lo que desde Unitega critican que haya productores de cereal en cuyos terrenos «es habitual ver a las cosechadoras seguidas de las empacadoras de paja y que en los días inmediatamente siguiente se proceda a la roturación de los rastrojos por parte de los agricultores». Aseguran desde la unión de cazadores que «estos cambios en la forma de cultivar en A Limia sí que consittuyen un verdadero problema para las especies silvestres, no solo la cinegéticas», y, en cambio, aseguran, los colectivos ecologistas no se fijan en esta situación, y sí «realizan una campaña previa a la apertura en la que ponen en duda este tipo de gestión».