Los 22 terrenos cinegéticamente ordenados (tecores, antiguos cotos) en los que se reparten los 16 municipios de la zona agrupan a 2.528 cazadores, que hoy, primera jornada de caza menor (la mayor comenzó hace un mes), pueden salir al monte a cobrarse sobre todo piezas de conejo, liebre, perdiz o faisán, que son las que más abundan.
No obstante, la riqueza o pobreza de piezas va por áreas, y si ya es difícil establecer patrones comunes en un tecor, mucho más en una ámbito geográfico extenso. Depende del tipo de terreno, montes y cultivos, o de lo que se haya trabajado en las repoblaciones, incluida la suerte. También de que las pestes no hayan afectado a los animales, como ocurrió en muchos puntos con los conejos, muy diezmado. También depende de la actitud del cazador: no es igual ir a llenar al cesta que a ver esta práctica «como un deporte, que é o que realmente é a caza», apunta José Ramón Becerra, 15 años al frente del coto de Cabovilaño, y con el que coinciden la mayoría de los 22 encuestados. «Aquí vas pasalo ben», señala Ramón Pazos, de Alcaián.
Los cazadores son además un buen termómetro de la fauna: los raposos van a más, lo mismo que las jinetas que acaban con muchas crías, lo mismo que hacen las rapaces, que también crecen. Los corzos llegan ya por la zona noreste de Bergantiños. Los jabalíes, por lo general, abundan y se ven bastantes tejones, lo mismo que tejones y hurones, aunque también va por áreas.