Los veterinarios de Poio llevan todo el verano atendiendo a perros con los mismos síntomas. Disminución de células en la sangre, anemia y falta de glóbulos son los primeros achaques de los cánidos que han sido atacados por una garrapata, pero muchos de ellos han acabado por morir. No pueden calcular en cuánto ha aumentado su actividad por estproliferación del insecto chupóptero, pero sí que trabajan más que hace un año. Este incremento se ha notado en Poio -con especial incidencia en A Caeira-, pero los profesionales de Sanxenxo reconocían ayer que no notan los síntomas.
Y es que la humedad y las temperaturas más elevadas han provocado sobre todo en zonas próximas a los montes la proliferación de este insecto que se alimenta de la sangre. «En Poio hay más zonas de vegetación natural con colonias de garrapatas. Los perros de caza están teniendo problemas», explica el veterinario Guillermo Campos, quien alerta de que el uso de los mismos insecticidas hace más fuertes a las garrapatas que no mueren. «Si el tiempo es frío y seco no proliferan como lo han hecho. Ahora cuando el día está caluroso se suben a un perro», indica Campos. Se posan sobre el animal para comer. Al chupar la sangre multiplican su tamaño provocando molestias en el animal, que no se curan solo con rascarlos. Una vez hecho este trabajo pueden estar hasta 500 días sin comer sobre el lomo del animal si nadie lo desparasita.
Con el daño que causan, a muchos le gustaría que su tiempo de vida fuese como el de una mosca, pero Campos indica que los tres estados -larva, ninfa y adulto- pueden ser de hasta tres años, y es en la última fase se reproduce. Dejan un regalo envenenado de hasta dos mil huevos que crecerán para chupar la vida. |