Mucho dan que hablar los cazadores últimamente -sobre todo en las redes sociales- a una sociedad que se postula claramente contraria a la actividad cinegética. Ciertos colectivos afines a los animalistas pretenden abolir la caza pero, al mismo tiempo, son los primeros que ponen el grito en el cielo cuando los jabalíes se dejan ver, cada vez con más frecuencia, por los parques y jardines de las ciudades; y también en exigir responsabilidades a los cazadores por los daños que ocasionan, aunque ellos no los sufran, ya que no suelen ser agricultores.
De hecho estos conflictos tienen su origen en las zonas periurbanas, y no en el ámbito rural donde cazadores, ganaderos y agricultores han convivido desde siempre… y yo me pregunto: ¿Qué pasaría si finalmente permitimos que se acabe con la caza? ¿Se han parado a pensar cómo se multiplicarían entonces los accidentes en la circulación viaria y los daños a la agricultura? Porque si dejamos de cazar entre 12.000 y 15.000 jabalíes cada año en Galicia, la situación sí llegaría a ser verdaderamente insostenible. Recordemos que el jabalí tiene un crecimiento anual que puede superar el 100 %, y en los años propicios la población de verano puede duplicar a la de invierno. Por otro lado, de no ser por las repoblaciones que hacen año tras año las sociedades de cazadores, ya no podríamos ver en el campo un conejo ni una bandada de perdices, pero tampoco muchas otras especies (me refiero tanto a las cinegéticas como a las que no se pueden cazar) que se alimentan básicamente de las anteriores.
Comprobado ya que otras medidas de control poblacional como la captura, esterilización y suelta de los jabalíes no son viables, solo podemos concluir que la caza es una herramienta de gestión medioambiental imprescindible para uso de esta sociedad necesitada de regular poblaciones que, en exceso, producen inconmensurables daños. Por ello creo, y defiendo, que hay que seguir cazando de manera responsable. |