«Eu quixera que nunca máis na vida me viñera o xabarín ás fincas», afirma el vecino de A Pobra Jesús López mientras contempla, con disgusto y rabia, los destrozos que los mamíferos han causado en los 500 metros cuadrados de su plantación de maíz en A Ribeiriña. En otra parcela que posee en A Mercede, el espectáculo desolador es el mismo: «O ano pasado que houbo sequía e o millo medrou pouco libreime e este, que teño unhas espigas fabulosas, veu o demo e levouno todo. Tiña froito para dar de comer aos animais durante o inverno e agora terei que mercar o alimento». La situación de este hombre es una muestra de lo que sucede en muchas plantaciones de la comarca, que corren el riesgo de perderse por la acción depredadora de los cerdos salvajes.
El pobrense comenta que otros terrenos próximos al suyo se encuentran en las mismas circunstancias: «Chamamos á Xunta hai tres semanas e dixeron que virían mirar, pero non veu ninguén».
Parque natural
En el municipio ribeirense, las miradas se concentran en el espacio natural de Corrubedo, en el que continúan sin autorizarse las batidas y se ha convertido en un refugio para los mamíferos, que pueden criar a sus camadas sin peligro. El miembro de la sociedad de caza de Ribeira César Ayaso indica: «No parque os animais medran as súas anchas e, de feito, os que logramos apresar este ano foi nas inmediacións do espazo protexido».
Desde el 17 de agosto, la entidad realiza batidas y esperas. Tiene autorización para capturar dieciséis animales y ya ha logrado coger tres. Los ejemplares saquean las fincas, lo que ha provocado que muchos labradores dejaran de cultivarlas.
Otros puntos conflictivos en la comarca por la acción de los cerdos salvajes se sitúan en Louro y Tal, en Muros; San Cosme y Entines, en el término outiense y en Lariño y Mallou, en Carnota.
Los afectados reclaman que se autorice la realización de mayor número de batidas y también se sienten desprotegidos porque carecen de ayudas para paliar los daños que sufren.
Esta es una época especialmente delicada porque las crías de jabalí ya empiezan a comer por sí mismas y los destrozos que se producen son cuantiosos.
En Mazaricos, donde los ganaderos hacen acopio de alimento para poder abastecer al ganado durante los meses de invierno, los profesionales se muestran especialmente preocupados. De hecho, algunos adelantan la recogida del grano, incluso aunque no se encuentre el fruto en su momento óptimo de maduración, con el objetivo de evitar que se pierda toda la cosecha. El temor a perderlo todo por culpa de los jabalíes es muy grande. |