Revista de Prensa


El lobo está cada vez más cerca del hombre. Vive, o mejor sobrevive, cada vez en mayor medida en ambientes humanizados. Solo que prefiere pasar inadvertido y elige zonas de asentamiento que le permitan refugiarse de los seres humanos, hábitats como lugares elevados y de difícil acceso o áreas en las que la densidad de la vegetación les permite pasar desapercibidos.
R. García · 11/7/2012

Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista científica Diversity and Distributions en la que un grupo de biólogos analizó la distribución del cánido en Galicia.

El lobo es esquivo, aunque su cercanía obligada a las personas -bien porque le interesa para buscar comida o porque ha sido relegado de su territorio natural- la acaba pagando. De hecho, la mayor parte de la mortalidad de la especie, un 91 %, se debe a la mano del hombre. Un 65 % de los lobos perecen atropellados en la carretera; el 20 % por caza furtiva y un 6 % por la caza legal a través de las batidas.

«Aunque el lobo tenga estrategias muy permeables y plásticas para sobrevivir, el paisaje es el factor de los que hemos analizado que mejor explica la distribución del lobo en Galicia», explica Luis Llaneza, investigador de Asesores en Recursos Naturales, con sede en Lugo, y principal autor del estudio. Para realizar el trabajo, los biólogos se centraron en las señales indirectas del animal para determinar su distribución. En total se analizaron 1.594 excrementos que posteriormente fueron comprobados a través de análisis moleculares de ADN para localizarlos en el territorio. Los investigadores determinaron que estos mamíferos prefieren un hábitat formado por un mosaico vegetal con plantas de más de 50 centímetros de altura para ocultarse. Aunque, según Llaneza, «puede haber lobos casi en cualquier sitio donde haya refugio, comida y donde el ser humano los tolere».